La existencia de impulsos agresivos


En todos los campos de la actividad del hombre, sea el trabajo o el placer, se observa claramente que quienes no disponen de suficiente agresión, no pueden enfrentar y vencer obstáculos, pues carecen de una valiosa cualidad, que sin duda, en más de una ocasión estoy seguro de que también usted ha necesitado o de la que ha echado mano. El elemento agresivo es esencial para el funcionamiento de nuestra vida en lo cotidiano. No podemos negar que está presente, y nuestro trabajo es darle salida de una manera que nos resulte saludablemente adaptativa.

La idea de la existencia de impulsos agresivos, tanto en nosotros como en los demás, resulta desagradable; de allí que inconscientemente tendamos a disminuir y desestimar su importancia, o incluso, a recurrir a transformaciones del impulso agresivo, con la intención de hacerlo más aceptable tanto para el individuo que lo siente, como para la sociedad en la que convive. Estas transformaciones del impulso agresivo pueden ser, desde un sueño o pesadilla; un afecto manifestado en nuestras relaciones interpersonales; o alguna enfermedad.

Usualmente, no solemos otorgarles un primer plano, se mantienen alejados de nuestra percepción, aunque, muchas veces en sus manifestaciones, sí pueden ser percibidos por los otros. Esta percepción borrosa que solemos tener, nos preserva en parte de reconocer su alarmante proximidad, fuerza y vitalidad. Este es, por supuesto, un método muy primitivo de defendernos del temor que nos causan. ¿Ha escuchado usted un dicho popular que dice: “Cuídate del agua mansa”? Nuevamente la sabiduría popular nos da evidencia de estas cuestiones afectivas propias del hombre, pero que muchas veces no alcanza a poner en palabra, de ahí que no pueda reconocerlas en sí mismo.

Cuántas veces no sucede, que al ver una telenovela o una película nos alegramos con las desgracias que suceden a los villanos, o nos alteramos con la trama y nos permitimos ciertas expresiones coprolálicas de las que no echamos mano comúnmente en reuniones sociales. Bueno, desde luego que no estoy generalizando, ya que, tratándose de Sinaloa, tenemos el uso genérico de una palabra que, sin reparo, la usamos como Ver… bo, sustantivo, adjetivo, adver…bio, complemente circunstancial… etc. Sin embargo, hay casos donde el horror en las historias cinematográficas, la crueldad o la sangre derramada logran excitar con mayor o menor intensidad a las personas que no han logrado modificar estos impulsos o canalizarlos hacia alguna actividad de su vida.

Seguramente como padres de familia habrán notado, o quizás no, que hay ciertos videojuegos que alteran la conducta de sus hijos, predisponiéndoles más hacia la agresividad. O cuánta música alterada, que, permítanme la redundancia, también altera el estado de ánimo en los adolescentes y en muchos adultos que, permítanme usar una palabra, siguen adolescenteando.

El psicoanálisis ha demostrado, con su capacidad única de entender profundamente la conducta humana, que estos hechos bien conocidos por todos nosotros, aunque no fácilmente aceptados, tienen una influencia mucho más amplia y significativa; más dinámica de la que generalmente se les atribuye.

Hasta aquí dejaremos por el día de hoy. Lo invito a seguir conmigo el próximo jueves, profundizando en esta temática que versa sobre las emociones profundas del ser humano. Sígame en redes sociales como Miguel Ángel Avilés.

Hasta la semana que viene. Paz y bien †

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