Alito Moreno, la aberración en la historia del PRI


Primero hay que partir desde la realidad. La realidad es que Alejandro Moreno es el peor dirigente en la historia del PRI. Superó con mucho a Ochoa Reza. La otra realidad es que los audios filtrados son aberrantes y poco más. Invariablemente de si su origen o la difusión misma es ilegal. Lo dicho por el dirigente tricolor es una verdadera calamidad.

A quien divulga dichos audios, no le interesa lo más mínimo poner a Alito en medio de un proceso judicial. Le interesa solamente el escarnio, el juicio que la sociedad pueda emitir sobre el exgobernador de Campeche y diputado federal. El veredicto social es simplemente lapidario.

La comentocracia popular crucifica a Moreno Cárdenas, quien no sale de una cuando ya está en otra. Utiliza un discurso que, simplemente, no le queda. Como periodista, indigna la forma en la que a través de dichos audios se ha referido al gremio. Con un desdén sobrado y nulo respeto por quienes ejercen la libertad de prensa.

Alito logró un amparo para que los audios no fueran difundidos. Más tardaron en anunciarlo, que Layda Sansores de nuevo en su programa Martes del Jaguar exhibir de nuevo al líder tricolor. Sí, el amparo es para evitar un daño mayúsculo para él y su partido. También para demostrar que se le ataca desde la ilegalidad.

Que sea ilegal, no suprime lo deleznable del contenido en los audios. Esta vez escuchamos un Alito hablando nuevamente, un vocabulario florido, que supera al más malhablado del emblemático Alvarado, Veracruz.

En el audio se escucha al dirigente del PRI jactarse de su poder y relaciones con distintos periodistas. Dice tener “brothers” en distintos medios de comunicación, como por ejemplo los dueños de Proceso; Ciro Gómez Leyva, Carlos Marín y López-Dóriga. Y siguió sumando al periódico Reforma y Tv Azteca.

Lo que llamó más la atención de su “autoridad” con el quinto poder fue como se expresó del teacher Joaquín López-Dóriga: “con dos verg***s”, dejó hablar mal de él (Alito)”.

Después de la revelación: “A los periodistas no hay que matarlos a balazos, papá, hay que matarlos de hambre”; pensamos que no podía ser peor. Juzgue usted.

Quizá Layda está infringiendo la ley. Y al hacerlo, abre una veta para que la narrativa de víctima le alcance al mandamás del CEN del PRI para continuar su lucha por el 2024. Año en el que la carrera es por las “pluris” para él y/o para sus amigos. Porque está claro que mientras él sea dirigente, el tricolor no solo no estará en condiciones de competir el 2024, sino que será un lastre muy pesado para la alianza opositora.

De lo demás se encargará la ley, mientras la sociedad y la militancia tendrán oportunidad de reflexionar y de decidir. Si todavía existen más de 80 horas de audios. ¿Qué más podemos esperar?

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