La transformación de las relaciones entre Israel y el mundo árabe sunita, tan sólo en los últimos cinco años, es un fenómeno que merece admiración. Israel se enfrentó a distintas alianzas y países del mundo árabe en cinco guerras distintas. Los países árabes, sin excepción, no solamente consideraban a Israel como su enemigo, sino que se negaban a reconocer su existencia.
El primero en romper las filas del ostracismo, en 1979, fue Egipto, el archienemigo de Israel, que tan sólo hacía seis años, en 1973, se le había enfrentado en la sangrienta guerra del Yom Kippur. Tuvieron que pasar quince años para que otro país árabe, Jordania, firmara la paz con Israel; sin embargo, Egipto y Jordania eran sus vecinos y la estabilidad era el principal objetivo de sus intereses nacionales. Para los países sin frontera con Israel, y con el público del mundo árabe luchando en favor de la causa de liberación palestina, el antagonismo hacia Israel era prácticamente natural.
Después de la firma de los Acuerdos de Oslo se pensó que la paz entre Israel y Palestina pondría fin a la enemistad entre el mundo árabe e Israel. Sin embargo, el calentamiento de las relaciones entre Israel y el mundo árabe se dio por la expansión iraní en el Medio Oriente. Curiosamente en la década de 1970, mientras el mundo árabe estaba en guerra con Israel, Irán, entonces gobernado por el Shah, e Israel mantenían una cercana relación. Ahora, con el Ayatola al mando de Irán, la amenaza iraní ha unido a archienemigos en torno a una nueva alianza militar y, en menor medida, económica.
Con la amenaza de una potencia nuclear en el área los palestinos pasaron a un segundo plano y, en secreto, el liderazgo de los países del Golfo y Marruecos comenzaron a profundizar lazos militares y de seguridad con Israel. La expansión de Teherán en la región en Siria, Irak y Yemen no hizo sino profundizar el miedo de los países árabes sunitas. Fue así como, durante la presidencia de Trump, se firmaron los Acuerdos de Abraham, con el objetivo de lograr la paz entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, sumándose luego Bahrein y Marruecos. Arabia Saudita, opositora al establecimiento de relaciones con Israel, hasta la firma de la paz con los palestinos, no se unió a los acuerdos; sin embargo, las relaciones de seguridad e inteligencia entre estos países son estrechas.
Ahora, después de la visita de Biden, ha salido a la luz pública un plan para formar un nuevo sistema de inteligencia regional para monitorear y destruir misiles y drones iraníes, un pacto militar sin precedentes en la región que sólo hace pocos años parecía inverosímil. Hay una nueva paz en el Medio Oriente, cuya base está en la cooperación militar.